domingo, 3 de febrero de 2013

La recta final


El tercer trimestre de embarazo ya me sobraba, ya quería verle la carita, tenerla en mis brazos, sentir su olor, su calor, acurrucarla a mi costado, mimarla y quererla...y sin embargo no tenía nada de eso.

Tenia una barriga que ya casi no podía con ella, a falta aún de tres meses, piernas cansadas, un calor multiplicado por tres en pleno mes de agosto y ni los plátanos, los masajes ni los estiramientos antes de irme a dormir, aliviaban esos calambres nocturnos que hacían que me despertara  llorando, y  solo me hacían pensar....¡¡QUE ESTO SE ACABE YA POR FAVOR!! Además  la ciática que iba y venía según le entraba en gana y que nuevamente dormía mal,  no encontraba postura y que esas pataditas que al principio me hacían gracia, entonces ya me hacían daño.

En fin, que el tercer trimestre se estaba convirtiendo en un infierno, menos mal que iba encontrando soluciones a mis males y muchos de ellos desaparecieron con  acupuntura, unas pocas sesiones bastaron para volver a dormir, que la ciática y los calambres desaparecieran.

Todo parecía que se iba solucionando hasta que en la semana 33 empecé a encontrarme rara, algo no iba bien, y no sabía que era, la tripa se me ponía dura y me dolía la parte baja, ¡¡¡oh dios santo son contracciones!! Cada vez que me movía, venían  y cada vez eran más seguidas, así que llame a la ginecóloga que me recomendó que descansara un par de días, esa misma semana empezaba con las clases preparto, así que fui a la teórica y para el día de la practica seguía con contracciones,  así que decidieron controlarme a ver qué pasaba.

Mi sorpresa fue que cuando me dijeron que las tenía cada 5 minutos y estaba dilatada de 2
 Cm, en cualquier momento se podía desencadenar el parto ¿Qué? No podía nacer aún, era muy pronto, estaba cansada y quería verla, pero no era su momento, tenía que aguantar  un poco más.
Nuevamente el mundo se me cayó a los pies, estaba asustada, tenía un miedo enorme al parto, pero más miedo tenia de que mi pequeña llegara antes de tiempo, no quería que estuviera en una incubadora, y tenía todas las papeletas para estarlo, así que me ingresaron, me pusieron una medicación para parar las contracciones y para madurar los pulmones por si nacía antes de tiempo y reposo, lo más importante el reposo.

 Así que allí estuve 1 semana sin moverme de la cama, triste pero a la vez contenta, porque cada día que pasaba todo seguía igual, en esos días valore la importancia de los 9 meses, y me arrepentía de haberme quejado tanto y de ser tan impaciente, no quería que naciera aún y eso era lo que me importaba, en esos días, no quería verla, ni olerla, ni tocarla, quería que estuviera dentro y que aguantara, la tocaba a través de mi barriga y le decía “aún no mi niña, aún no”

Los días de hospital no fueron duros, cada día tenía visitas, amigos maravillosos que venían a verme y animarme, incluso, una fiesta sorpresa en el hospital, porque allí cumplí los 29 años, fue la fiesta de cumpleaños más original que se puede tener.
 A todos desde aquí ¡¡¡GRACIAS!!!!






4 comentarios:

  1. Que bonito Clau,sigue escribiendo tus esperiencias que aunque algunas veces no te ponga un comentario (PERDONAME) puedes estar segura que lo leo siempre!!!

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    1. Gracias Dalmy!!! seguire escribiendo y poniendo ilusión en lo que hago,para poco a poco poder llegar a mas gente

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  2. Sin duda, un cumpleaños muy especial que no olvidarás jamás!!!
    Todo tiene su recompensa, tuviste un recta final bastante dura pero mereció la pena.

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  3. Siiii!!! mereció la pena, y jamas hubiera pensado pasar mi cumple en el hospital, desde luego que una historia para contar a mi hija!!!

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